Aleksandra

1 Febrer

Podría esta Aleksandra ser una improbable Abuela y nieto que convirtiera en trilogía el sublime díptico de Aleksandr Sokurov Madre e hijo (1997) y Padre e hijo (2003) y desestructura de forma impresionista las relaciones paternofiliales. Pero no, existen diferencias palpables que separan ontológicamente las intenciones alegóricas de las segundas frente al poder comparativo de la primera. Aquí no es tan importante la relación entre la abuela Aleksandra y su nieto oficial del ejército ruso destinado en territorio checheno, como el retrato en sí del conflicto interno que padecen los verdaderos protagonistas: soldados y aldeanos parecen vivir en una zona de nadie que se va pudriendo paulatinamente bajo sus propios escombros. Son visiones de la guerra, no como se entendería en los cánones del clasicismo genérico, sino como un muestrario íntimo de los padecimientos individuales y colectivos que todo conflicto bélico acaba generando.

Aleksandra no es sólo la abuela de un militar. Su llegada al campamento la convierte epifánicamente en la abuela de todo el regimiento, una madre envejecida, cansada y dolorida que no entiende ni comprende nada de lo que está pasando. Una madre Rusia que mira con tristeza cómo malviven los soldados echándole veladamente la culpa al pueblo rebelde. Hay una secuencia clave: cuando el nieto le enseña cómo se usa un fusil kalashnikov. La imagen de Aleksandra con el arma es la imagen de un país envejecido en una guerra a la que se le han difuminado los límites temporales; nadie se acuerda de cuándo empezó y no existe ningún atisbo de un final cercano.

Sokurov no es un realizador del todo accesible. Películas como Molokh (1999) o la propia Padre e hijo así lo atestiguan: diálogos de gran belleza lírica intrincados en estructuras metafóricas que el espectador acaba entendiendo sólo en parte. Curiosamente Aleksandra, segunda película estrenada en España de este maestro tras la soberbia El arca rusa (2002) –su obra se ha podido conocer, principalmente, gracias al Festival Internacional de Navarra “Punto de Vista” y a la Muestra Internacional de Cine Europeo de Cataluña (MICEC)–, es una producción mucho más directa, con un extraño carácter realista que extrae lecturas de una topografía limítrofe con el abismo y la abstracción. Aleksandra es polvo y ruinas, luz ceniza y oscuridad absoluta. Tiene algo de absurdo beckettiano en su devenir espiral: un personaje se mueve continuamente para llegar a ninguna parte ni a ninguna conclusión. Algo así como una road movie a pie que gira siempre sobre un mismo eje.

Los (pocos) diálogos se lanzan de forma directa y clara (otro asunto sería lo que esconden cada una de las preguntas que Aleksandra va formulando): “¿Qué es la patria?”, “¿No echas de menos tu hogar?”, “¿Habéis matado a alguna persona hoy?”; Sokurov parece volverse terrenal y cercano, en vez de poeta y abstracto. Eso no significa que Aleksandra sea un filme prosaico; como siempre en el cine del ruso existen capas de emoción desestructuradas bajo un discurso intelectual, por suerte, nada académico. Una planificación plástica soberbia, plagada de interiores angostos y oscuros y exteriores polvorientos y en descomposición, otorga al paisaje un contexto dramático. La protagonista recorre cada uno de los escenarios reales cansándose a cada paso que da, como si la tierra fuera también un enemigo. El agotamiento, físico y psicológico, sin embargo, no puede con ella, su cabezonería la obliga a seguir hacia adelante pese a todos los obstáculos que se le presentan.

No existe imagen optimista por más amor (y rigor) que desprenda Aleksandra. El ejército es retratado como un puñado de soldados jóvenes sin dinero y sin rumbo: sólo siguen órdenes desde ninguna parte. Los militares aparecen desertando, peleando, esperando la comida, hablando en círculos. La imagen del pueblo colindante al campamento es aún más rasgada, si cabe: una población envejecida que vive en edificios semiderruidos y se mantiene gracias al mercado negro. Un pueblo, como se indica en un momento del filme, que ha perdido la ilusión por vivir.

En su conjunto, la obra de Aleksandr Sokurov –el único cineasta que ha sabido heredar de forma correcta el impecable legado de su compatriota Andrej Tarkovski– ofrece uno de los retratos más poderosos que se han realizado sobre el Siglo XX. La relectura de la Historia a partir de sus conflictos dramáticos, sus personajes clave y su legado artístico. Ya sea ficción o documental el retrato siempre es solipsista, de una gran belleza. El firmante de Aleksandra es un cineasta clave, un maestro del cine. Que por fin estrene en nuestro país normalmente debería ser motivo de regocijo para todos.

Alejandro G. Calvo (EL CULTURAL, 30 de maig de 2008)

ÀVIA I NÉT

L’any 1994 s’inicia la primera guerra de Txetxènia amb l’entrada de l’exèrcit rus a Grozni, els motius que l’impulsen són tan polítics com econòmics, tot i que l’experiència evidencia que de les ferides d’una terra castigada per la guerra sovint hi brolla el petroli més que no pas les idees. Un conflicte bèl·lic poc conegut i que alhora s’erigeix com un dels més cruels del s.XXI. Una guerra que pràcticament només es fa present als mitjans de comunicació a través de la cobertura de tràgics esdeveniments com el segrest a l’escola de Beslan o la presa del teatre Dubrovka a Moscou, o de l’assassinat d’Anna Politkovskaia, una de les periodistes més crítiques amb el Kremlin de Vladimir Putin i amb la seva qüestionable actuació a Txetxènia.

El darrer film d’Aleksandr Sokurov Aleksandra forma part de l’escàs grup d’obres cinematogràfiques que intenten apropar-se a la guerra de Txetxènia, en aquest cas el director col·loca al bell mig d’un camp militar situat en aquesta república del Caucas a Aleksandra, una àvia que arriba al front a visitar el seu nét Denis, un dels millors oficials de la seva unitat.

El personatge d’Aleksandra està interpretat per Galina Vishnevaskaya, soprano, icona de l’alta cultura russa, casada amb el cèlebre violoncel·lista Mstislav Rostropovitx i amb la qual Sokurov ja havia treballat en el seu documental Elegia de la vida (2006) - homenatge que el cineasta rus va fer al seu marit. En aquesta ocasió, però, l’allunya del seu entorn cultural i de la seva còmoda vida per transportar-la a la crua realitat d’un conflicte armat. Aleksandra passarà la seva estada envoltada de soldats i d’algunes dones txetxenes en la seva breu incursió al món civil, procurant rebre respostes per tal de comprendre el que sembla incomprensible.

A través del deambular lent d’Aleksandra el temps es dilata, acompanyant els soldats en l’espera de la guerra en suspens. Sokurov no volia mostrar frontalment l’horror de la guerra: «La guerra és sempre quelcom terrible. En aquesta pel·lícula sobre la guerra no hi ha cap guerra... No hi ha poesia en una guerra, no hi ha bellesa, i mai no hauria de filmar-se poèticament: és un horror que no es pot expressar, una degradació humana que no es pot expressar». La guerra per tant troba el seu ressò, només en forma d’indici, en les flames d’un incendi llunyà o en la fesomia d’una ciutat en runes.

La música d’Andrei Sigle abraça en alguns instants les veus trencades dels soldats, melodies que atorguen un contrapunt als sons registrats in situ i emfatitzen algunes imatges que semblen trobar-se a mig camí entre la realitat i l’espai mític, la vigília i el somni.

Amb Aleksandra Sokurov torna a explorar les relacions familiars com ja ho havia fet anys enrera a Mare i fill i a Pare i fill, aquesta vegada, però, la relació és entre una àvia i el seu nét. Si en la primera d’aquestes pel·lícules la càmera ens apropa als últims dies d’una dona malalta acompanyada pel seu fill, en un retrat bellíssim i commovedor d’una Pietat invertida, en el cas d’Aleksandra el tema de la mort hi és latent però no s’evidencia. Sokurov, sempre des del seu to elegíac i amb el contacte físic com a canal transmissor de sentiments, ens mostra un comiat que la incertesa no deixa pensar si és o no per sempre.

Marta Sureda (Col·lectiu de Crítics de Cinema de Girona)


LA FITXA

Rússia-França, 2007. 95 minuts

Direcció i Guió: Aleksandr Sokurov. Fotografia: Alexander Burov. Música: Andrei Sigle. Productors: Andrei Sigle, Laurent Danielou.

Intèrprets: Galina Vishnevskaya (Aleksandra), Vasily Shevtsov (Denis), Raisa Gichaeva (Malika)

EL PAÍS - Cine - 30-05-2008

La madre Rusia


Entre los cineastas amados por los mejores festivales y por una parte de la crítica especializada, pero ninguneados por la distribución cinematográfica española, Ale-xandr Sokurov podría ejercer de adalid. ¿Razones para el olvido? Sin duda, la presumible (y comprobable) dificultad de su obra para buena parte del público. En activo desde 1987, aunque hasta una década después no se inició en el cine comercial -si es que esta palabra puede ir unida a su figura-, presente en la sección oficial de Cannes en seis ocasiones, el cineasta ruso sólo ha logrado estrenar una película en los cines españoles: El arca rusa (2002), un prodigio técnico repleto de escenarios, personajes y extras, rodado en un único plano secuencia de hora y media de duración. Algunos años (y películas) después, nos llega la segunda: Aleksandra, un viaje a través de la guerra y en torno a la familia, ambientado en el conflicto ruso-checheno.

Un tanto más accesible para el público que buena parte del resto de su obra, caracterizada por la lentitud y la impenetrabilidad de su discurso político, histórico y ético (como en su trilogía sobre los imperios: Taurus, Moloch y El sol, protagonizadas por Stalin, Hitler e Hirohito), Alekxandra sorprende desde el inicio por la, en principio, nula verosimilitud del planteamiento de su historia: una anciana que, en medio de la batalla, llega a un campamento en el que se encuentra su nieto, un oficial con el que pasará unos días.

Narrada con absoluto realismo, uno espera que ante tamaña tesitura, digna de un gag de Gila, en algún momento se ponga de manifiesto una alegoría hasta entonces invisible para el espectador. Quizá Sokurov esté hablando de la madre Rusia y sus hijos díscolos (Chechenia, entre ellos), de ahí que el retrato de la anciana sea el de una orgullosa, temperamental y casi repugnante madre de familia, pero el insondable sentido de la narrativa de Sokurov hace que no se pueda poner la mano en el fuego, sobre todo porque visualmente tiende a engrandecer a la mujer protagonista, y ello lleva a la teoría de que en realidad el cineasta, aunque pacifista, pues el absurdo de la guerra queda claro, se coloca del lado de la gran Rusia, al menos en el conflicto checheno.


PRÒXIMA PEL·LÍCULA

CALIFORNIA DREAMIN’ / Romania, 2007

Cristian Nemescu


Durant la guerra de Kosovo, el 1999, una unitat de l’exèrcit nord-americà viatja en un tren a través de Romania transportant equipament de l’OTAN. En una parada rutinària en un poble romanés, la situació es complica per les exigències del cap d’estació, un home corrupte i tossut que aconseguirà paralitzar el convoi durant uns quants dies. Interessant comèdia negra.



Programació Pessic Febrer 2009

1 Febrer "Aleksandra"
de Alexander Sukorov

Rússia-França 2007 - 95 min - V.O. Subtitulada en Castellá

8 Febrer "California Dreamin´"
de Cristian Nemescu
Rumanía 2007 - 155 min -
V.O. Subtitulada en Castellá

15 Febrer "Sábado noche, domingo mañana"
de Karel Reisz
Anglaterra 1960 - 89 min - V.O. en Castellá

22 Febrer "
Wonderful Town"
de Aditya Assarat
Tailàndia 2007 - 92 min -
V.O. Subtitulada en Castellá

Dejad de quererme

25 Gener

Plana web oficial de la pel.licula


Després de ser ajudant de direcció del seu pare en quatre pel·lícules, Jean Becker va passar a la direcció impulsat pel fet d’haver acabat, segons les seues detallades indicacions, La evasión (1960). En plena moda de la sèrie noire es va especialitzar en polars fets sota la influència de la Nouvelle Vague que van obtindre un cert èxit comercial i el menyspreu quasi unànime de la crítica i, encara que anys després es traguera l’espina amb Verano asesino (1983), la seua millor pel·lícula, adaptació de la novel·la homònima del seu amic i col·laborador Sebastien Japrisot, a poc a poc va començar a dedicar-se a la publicitat (el Cèsar a la millor realització publicitària reconeixeria, en 1986, el seu treball en eixe camp). La bona acollida internacional de La fortuna de vivir (1999) li va tornar la possibilitat de rodar regularment i des de llavors ha signat quatre pel·lícules en nou anys.

Fidel al seu gust per l’adaptació literària, Dejad de quererme utilitza no sols l’argument de la novel·la de François d'Epenoux, sinó també la seua estructura. Durant els dos primers terços del film, l’espectador no comprén les reaccions d'Antoine, el seu protagonista, un home que acaba d’estrenar la quarantena i viu immers en la comoditat, però entossudit a destruir tot el que té al voltant: el seu futur laboral, el seu matrimoni, les seues amistats... L’espectador pensa irremeiablement en la crisi masculina dels quaranta (l’expressió anglosaxona és molt més clara: midlife crisis), però moltes vegades les aparences enganyen. En aquets punt la pel·lícula suggereix, tant en la revelació final de les causes que motiven el comportament del protagonista com en l’empatia i la sobrietat de la mirada de Becker, una reflexió tan involuntària com apreciable sobre l’ús que certs directors del nostre país fan del gir (sobre)dramàtic (que, atenent a la petició del director de no desvelar el desenllaç de la pel·lícula, no explicarem). És obvi que Jean Becker no és son pare, però Dejad de quererme té xicotetes llampades que ens hi recorden (el treball amb els actors, per citar-ne una), la qual cosa en fa una pel·lícula interessant.

Andrés Rubín De Celis (CAHIERS DU CINEMA-ESPAÑA / Juliol-Agost 2008)


EL TEMPS QUE QUEDA

No conec l’ascendent trajectòria fílmica de Jean Becker però Dejad de quererme m'ha sorprés per la sòlida construcció dels espais fílmics, la força i la naturalitat dels personatges i l’atenció als xicotets detalls. Obviant parentius i filiacions Dejad de quererme s’inscriu en una llarga tradició del cinema francés consistent a recolzar les històries en un sòlid suport literari, en aquest cas la novel·la de François d`Epenoux. El drama d'Antoine (un excel·lent treball d'Albert Duponel), que als seus quaranta-dos anys s’enfronta a tots els seus i trenca amb inusitada violència -i fins i tot amb tocs de despietada crueltat- amb els seus éssers estimats, ens recorda lleument l’últim film de François Ozon estrenat entre nosaltres, encara que l’aposta de Becker és més límpida en la seua construcció espai-temporal i al mateix temps més convencional en la seua resolució final i en els personatges que la poblen. La pel·lícula està construïda en episodis que van des del descobriment de la “infidelitat” d'Antoine per part de la seua dona fins a l’escena en què aquest s’enfronta finalment a son pare absent, passant per moments d’humor negre, de violència i de desconcert, com ara l'esplèndida seqüència de la “festa d’aniversari” en què el protagonista s’enemista amb tots els seus amics després d’haver-ho fet ja amb la seua esposa i haver-se distanciat dels seus dos fills.

Antoine viatja a Irlanda i s’hi retroba amb el seu passat i amb una figura paternal tan ambivalent com el propi antiheroi del relat. Becker juga amb un material esvarós i ambigu ja que fins al final no comprenem molt bé la crisi d'Antoine, no coneixem les raons del seu comportament que bé podria atribuir-se a un problema de l’edat o a una depressió en tota regla. Aquest home abandona el seu treball, la seua llar i la seua vida habitual i ho fa de forma salvatge, encara que el director sap dosificar amb meticulositat la indiferència entre Antoine i els seus i, malgrat que algunes situacions resulten ridícules, aconsegueix extraure el millor de tots els actors i les actrius. El millor de Dejad de quererme és la forma en què Becker filma amb sobrietat i eficàcia els moments més aspres i amb delicadesa els gestos de noblesa d’un personatge inicialment antipàtic a l’espectador. El pitjor del film és el “truc final” que el fa caure en una certa sensibleria característica de bona part del cinema francés contemporani d’èxit. No obstant això, queden en la nostra retina escenes tan ben rodades com la del protagonista acaçant una jove al celler o la seqüència de pesca al riu amb son pare, sense obviar la forma en què evita la retòrica i usa diàlegs intel·ligents per a situacions que podrien resultar cursis o afectades, truculentes o xocants. Dejad de quererme oscil·la contínuament entre el drama i la comèdia de situació, i aconsegueix una certa empatia de l’espectador amb un personatge que entra en guerra amb la quotidianitat i el món. Becker evita la faula i el moralisme i construeix els diferents moments de la narració amb gran frescor, dosifica els temps morts i els instants de crispació o ironia sense recórrer a grans escarafalls narratius. El problema del film és, sens dubte, el material literari en què s’inspira, que beatifica finalment el personatge i resta al relat l’acidesa del començament en favor d’una resolució més acomodatícia. Amb tot, Dejad de quererme confirma que Becker és un realitzador amb veu pròpia i en el seu cinema no sols veiem ressons del cinema del seu pare o de directors com Renoir, Chabrol o Truffaut sinó també imatges d’interiors i exteriors que ens recorden la dissecció de les emocions humanes empreses per contemporanis seus com Téchiné, Jaoui o Ozon.

Eduardo Nabal (http://www.contrapicado.net/critica.php?id=340)


LA FITXA

Deux jours à tuer. França, 2008. 85 minuts

Direcció: Jean Becker. Guió: Eric Assous, François d'Epenoux i Jean Becker; basat en la novel·la de François D'Epenoux. Fotografia: Arthur Cloquet. Música: Alain i Patrick Goraguer. Producció: Louis Becker.

Intèrprets: Albert Dupontel (Antoine), Marie-Josée Croze (Cécile), Pierre Vaneck (pare d’Antoine), Alessandra Martines (Marion), Cristiana Réali (Virginie), Mathias Mlekuz (Eric), Claire Nebout (Clara), François Marthouret (Paul), Anne Loiret (Anne-Laure), José Paul (Thinault).


PRÒXIMA PEL·LÍCULA

ALEKSANDRA / Rússia – França, 2007

Alexander Sokurov


La pel·lícula se centra en una unitat de l’exèrcit rus destacada a Txetxènia, un dels oficials de la qual rep la visita de la seua àvia, Aleksandra Nikolaevna. Al campament de l’exèrcit Aleksandra entra en contacte amb un món desconegut per ella, un món masculí, amb una atmosfera bèl·lica, però també entrarà en contacte amb altres dones com ella, però de l’altre bàndol, del bàndol txetxè.





Un tiro en la cabeza

18 Gener

Plana web oficial de la pel.licula

ENTREVISTA AMB JAIME ROSALES

Pregunta. La seua pel·lícula es projecta l’endemà d’un nou atemptat mortal d'ETA. Quines sensacions li provoca?

Resposta. L’assassinat del contrari és la màxima aberració. És molt desgraciat que ocórreguen estes coses, em produeixen un gran dolor i una gran indignació. D’alguna manera, faig esta pel·lícula perquè vull que tot açò deixe d'ocórrer.

P. Tiro en la cabeza no fa referències concretes a ETA.

R. He volgut mostrar uns fets tal qual un observador els veuria en les circumstàncies en què es van produir. La lectura que pot fer un estranger és interessant: veus uns fets i no entens res. Però és que hi ha alguna cosa que entendre? El que es veu és un home normal que està en una cafeteria i, en un moment donat, mata dos xavals i fuig cap al bosc. Això és el que es veu en la pel·lícula, és el que va ocórrer. Si deixem fora la ideologia, no té cap sentit. Per a mi, ací està la clau, que la ideologia no té cap sentit.

P. Insistisc. Creu oportú fer un film sobre un assassinat d'ETA, sense referir-se en cap moment a l’organització?

R. La pel·lícula està rodada en Sant Sebastià, en un moment concret es creua la frontera i es veu que passen a França. Amb això em basta. És evident, a més, que es basa en els fets de Capbreton. En el dispositiu formal que m’he plantejat amb esta pel·lícula no pot haver-hi referències concretes a ETA. En no haver-hi diàleg no puc fer-hi una referència directa.

P. Per què el va pertorbar tant l’atemptat de Capbreton? Per què aquest i no altres?

R. És clau per a mi. L’atemptat de Capbreton té quelcom completament diferent de tots els altres. No és un atemptat planificat, ni respon a una lògica terrorista, sinó una situació que es produeix amb un desenllaç fatal. Deixa molt clar l’absurd de tot el problema, i és el que em llança a la necessitat fer esta pel·lícula.

P. Per què una pel·lícula en què no s’escolten els diàlegs?

R. Des del punt de vista cinematogràfic, és molt interessant, perquè força l’espectador a participar en la pel·lícula. L’espectador ha de desentranyar les relacions, el que es diu, el que està passant. També en relació al contingut, que té a veure amb un món clandestí en què es parla amb sigil. Des d’un punt de vista més metafòric, crec que gran part del problema està que es parla molt d’aquest problema però no s’escolta els altres. Només m’obsessiona el camí de la solució. I la solució que vull transmetre comença per ací, per escoltar l’adversari. Comencem a treballar sobre els punts en comú.

P. Però els personatges parlen. Què és el que parlen? Hi ha un guió escrit?

R. El que he fet és reproduir situacions reals, quasi documentals. Quan Ion Arretxe està parlant amb un amic és un amic seu real, la seua nóvia és la seua nóvia de veritat i també la seua germana i el seu nebot. El que vaig transmetre a Ion és el to que volia en la pel·lícula, que foren ells els que triaren el tema de conversa. Jo tampoc no sabia del que parlaven, perquè m’hauria pertorbat.

P. L’única paraula que s’escolta és txakurra [gos en èuscar i terme amb què el món abertzale anomena la policia].

R. És qüestió de versemblança. La càmera sempre està lluny, mai no sentim el que parlen els personatges, però en eixe moment sí ho sentim. És ací tal vegada l'únic moment en què vaig introduir una xicoteta pista a l’espectador en què es contextualitza el tema d'ETA.

P. L’elecció d'Ion Arretxe, que no és actor, la va fer per haver sigut detingut en els anys huitanta per pertinença a banda armada i finalment alliberat sense càrrecs?

R. Quan decidisc fer la pel·lícula em ve la intuïció clara de què l’he de fer amb Arretxe, que va ser el meu director artístic en La soledad. En eixe moment no conec el seu passat, mai me n'havia parlat. Una setmana abans del rodatge m’ho va contar i crec que l’actitud per la seua banda és molt valenta.

P. Ha fet alguna investigació sobre la vida dels etarres?

R. Partisc de la idea que és un membre legal. La primera part és una ficció. Crec que part del problema en què estem vivint és un excés de lucidesa. Per a parlar hui d’alguna cosa fa la sensació que has d’esmicolar-ho tot. Jo pense que no. Crec que cal recuperar una certa ingenuïtat. No tenia necessitat de fer una gran investigació, no està en la meua filosofia, treballe des de la imaginació.

P. Creu que es pot abordar el tema d'ETA des de la ingenuïtat?

R. Sí. La ingenuïtat serveix a vegades per a parlar de tot.

P. Els actors mai sabien quan s’estava rodant. Què pretenia amb això?

R. El màxim de veritat en l’actuació. De fet, quan els actors estaven actuant jo no rodava. Estava preparat per a quan deixaren d’actuar i parlaren de veritat. En eixe moment és quan jo em posava a rodar.

P. En les projeccions hi ha hagut aplaudiments i xiulades. Quina espera que siga la reacció del públic?

R. És una pel·lícula complexa, que proposa una forma nova i intenta estimular nous continguts. L’espectador no està acostumat a això i això produeix desconcert. Jo no he fet una pel·lícula per a eixir a coll amb dos orelles. Esta pel·lícula té la intenció de provocar un xicotet sisme ideològic i una reflexió posterior, un discurs que està fora de la pel·lícula. Tiro en la cabeza es pertorbadora, ho sé.

P. No em referia a l’experiment cinematogràfic, sinó al tema d'ETA.

R. Vull desactivar les ideologies i proposar una consciència nova en l’espectador. L’espectador no està acostumat a açò, buscarà una ideologia i no la trobarà. Això li produirà desconcert, perquè la pel·lícula no acaba en l’últim pla.

P. On acaba?

R. En el cor i la ment de l’espectador. La vocació de la pel·lícula és produir un efecte sociològic. No sé si s’aconseguirà o no, però el que està clar és que no està pensada per a produir un entreteniment d’hora i mitja.


Rocío García (EL PAÍS, 24 de setembre de 2008)


El título ya debería darnos alguna pista. Tan sólo dos sustantivos unidos por una preposición y un artículo. Sin artículo previo, sin verbo, sin adjetivos, sin retórica ni énfasis. No es “El” tiro en la cabeza, y ni siquiera “Un” tiro en la cabeza. La descripción es tan sucinta como lacónica, carece de acción, de referencias geográficas o temporales, exactamente igual que las imágenes enunciadas por él: estrictamente fenomenológicas, desprovistas de acción y de suspense al menos durante los primeros sesenta minutos, carentes de dramatización, ajenas a todo psicologismo, vaciadas de ideología, amputadas incluso del sonido de unos diálogos inaudibles.

Son las imágenes con las que Jaime Rosales sigue con su cámara, casi siempre a muchísima distancia, como pudiera hacer cualquier viandante con vocación de voyeur, la existencia cotidiana de un hombre corpulento al que vemos sentarse en un parque mientras conversa con una joven y juega con un niño pequeño, hablar con otro hombre, visitar a una mujer y empezar a hacer el amor con ella, montarse en un coche con otras dos personas, tomarse una caña en una cafetería de carretera. La vida misma, en definitiva, de cualquiera de nosotros en una jornada cualquiera… hasta que, de improviso, sin justificación, sin causa o motivación visible, sin lógica ni reflexión intermedia, esa persona se transfigura, se pone nerviosa y aparece el monstruo… Porque de eso habla, en definitiva, esta película llamada a provocar todo tipo de polémicas, tanto políticas como cinematográficas. De ese monstruo que anida en el interior de alguien a quien, si lo observamos sólo desde fuera, a prudente distancia, frente al ritmo cotidiano de su vida pública, resultaría imposible identificar con un etarra asesino. Contemplada así su rutina diaria (sin acceso a sus conversaciones privadas), el absurdo y lo ininteligible de su asesinato posterior quedan todavía más en evidencia. Lo gratuito de esa acción terrible abre paso a un horror insondable, no manipulable políticamente, no manejable racionalmente. Pues eso es precisamente “lo que se ve”, parece decirnos Jaime Rosales con su arriesgada propuesta formal. Desprovistas de toda consideración ideológica o política, las imágenes de Tiro en la cabeza se dejan contagiar –y casi atravesar– por el propio dispositivo de rodaje que la da forma. Las conversaciones de los personajes (que nunca escuchamos) son las conversaciones reales que el actor (Ion Arretxe) mantiene –de verdad– con su verdadera hermana y con su sobrino pequeño, con su amigo de toda la vida, con su novia. Algunas figuras secundarias adquieren de repente, sin justificación ninguna, una dimensión visual y expresiva de notable relieve. El punto de vista se muestra titubeante, poco riguroso, a veces incluso artificial y hasta en ocasiones sumiso frente a ciertas convenciones (¡esos planos-contraplanos en algunas conversaciones!). No hay suspense ni expectativa. La rutina toma el lugar del espectáculo. La vida se cuela –imperfecta, caprichosa, incontrolable– entre las rendijas del cine.

Paradójicamente, todo esto ocurre mientras la película se mantiene en el más puro terreno de lo ficcional, cuando Jaime Rosales se atreve a filmar la (imaginada, pero verosímil) vida cotidiana de un asesino (ya lo hizo antes en Las horas del día: otra película que hablaba del monstruo interior, de la máscara social del horror), durante casi sesenta minutos de ficción heterodoxa que dan paso, casi sin solución de continuidad, a la reconstrucción de unos hechos reales bien documentados por la crónica política. El sustrato documental de la realidad alimenta así la ficción de la primera parte tanto como los referentes reales sustentan la dramatización ficcional de la segunda, construida con los códigos propios del cine criminal de género. Los prolegómenos del asesinato y todo lo que viene después ya lo habíamos visto antes –con los mismos códigos– en muchas otras películas, aunque aquí se filma desde la misma distancia a la que habíamos contemplado anteriormente todo lo precedente.

La operación formal, estética y lingüística ensayada por el director es de alto riesgo, pero las propias texturas de la película dejan al descubierto la naturaleza del ensayo: una búsqueda formal que es también moral, una indagación estilística que expresa una reflexión ética, una apuesta narrativa que deriva de una convicción profunda. El resultado es una película valiente y provocadora, inquisitiva y desafiante, contaminada por la perplejidad inquietante que deriva de descubrir el veneno del horror en las entrañas de lo cotidiano. Una obra felizmente bastarda, irregular, indistintamente arbitraria y rigurosa, que deja al descubierto sus propias tripas a la vez que nos obliga a cuestionar las nuestras, que nos exige pensar y que interpela tanto a nuestra razón como a nuestras emociones sin ofrecernos asideros cómodos o complacientes. Un lujo para el cine español.

Carlos F. Heredero (EL CULTURAL, 2 d’octubre de 2008)

LA FITXA

Espanya, 2008. 85 minuts

Direcció i Guió: Jaime Rosales. Fotografia: Óscar Durán. Producció: José María Morales, Jaime Rosales i Jérôme Dopffer.
Intèrprets:
Ion Arretxe (Ion), Iñigo Royo (Lara), Jaione Otxoa (Garbiñe), Ana Vila (Susana), Asun Arretxe (Asun), Nerea Cobreros (Ane), Iván Moreno (Alonso), Diego Gutiérrez (Maqueda), Stephanie Pecastaing (Stephanie).



PRÒXIMA PEL·LÍCULA

DEJAD DE QUERERME / França, 2008

Jean Becker

Antoine és un publicista, feliçment casat i amb dos fills. Un bon dia comença a comportar-se d’una manera estranya i impertinent amb tothom, a la feina, amb la família, amb el grup d’amics... La crisi dels quaranta? Un atac de bogeria?





WALL-E

11 Gener








La idea de WALL•E va sorgir el 1994 en el que s'ha convertit en un famós dinar al qual van assistir els pioners de Pixar Andrew Stanton, John Lasseter, Pete Docter, i el difunt geni de la narració Joe Ranft. Amb la seua primera pel·lícula, Toy Story, en fase de producció, el grup es va adonar que hi havia una oportunitat de fer altres pel·lícules. “Una de les idees que vam considerar en eixe dinar va ser un xicotet robot a qui hagueren abandonat a la Terra”, comenta Stanton.. “No teníem la història. Era com un xicotet personatge de Robinson Crusoe. Vam pensar en un robot abandonat a la terra i que ningú es va recordar d'apagar. Per eixa raó no sap que el que està fent no serveix de res”. Anys després, la idea va començar a prendre forma. “Vaig començar a pensar com faria el seu treball cada dia, com compactaria els residus que inundaven la Terra”, recorda Stanton. “Això em va fer pensar què passaria si la cosa que més recordara la humanitat que quedara a la Terra fos una màquina. Va ser una idea fantàstica, però calia desenvolupar-la”.

Stanton afirma que l’han influït les pel·lícules de ciència-ficció dels anys 70. “Pel·lícules com 2001. Una odisea del espacio, La Guerra de las Galaxias, Alien, Blade Runner i Encuentros en la tercera fase em transportaven a altres llocs i arribava a creure que eixos mons existien allà fora", explica. “Des de llavors, no he vist cap pel·lícula que m'haja fet sentir que estava a l'espai, i volia recuperar eixa sensació”. Per a la preparació del seu treball en WALL•E, l'equip d'animació de Pixar va visitar plantes de reciclat per a observar els gegantins trituradors de deixalles i altres tipus de màquines. També van estudiar robots de veritat, i van veure un gran nombre de pel·lícules clàssiques (des de cinema mut fins a pel·lícules de ciència-ficció) per a copsar-ne el llenguatge cinematogràfic. Cenyint-se al lema de Pixar de ser "fidels als materials", els robots que van dissenyar els animadors estaven dotats d'una funció específica. Van intentar adaptar-se a les limitacions físiques de cada disseny alhora que creaven distintes personalitats.

Per a l'aspecte de WALL•E, el dissenyador de producció, Ralph Eggleston es va inspirar en els dibuixos de la NASA dels anys cinquanta i seixanta. Eggleston recorda: “Per a perfilar l'aspecte d'esta pel·lícula no vam pensar com serien les coses en el futur. Era sobre com podria ser el futur, una noció molt més interessant. Eixa va ser la idea fonamental a l'hora de dissenyar la pel·lícula. Per a dissenyar l'aspecte dels personatges i del món en què viuen, volíem que el públic creguera realment en el món que estava veient en la pantalla. Volem que els personatges i el seu món siguen reals, no que tinguen un aspecte real, sinó que siguen reals pel que fa a credibilitat”.

La fotografia de la pel·lícula també li afegeix credibilitat. Jeremy Lasky, director de fotografia, explica: “L'aspecte de WALL•E és diferent de qualsevol cosa que s'haja fet en el camp de l'animació. Vam reunir moltes influències de les pel·lícules clau de ciència-ficció dels anys seixanta i setanta per a crear l'aspecte de la pel·lícula”.

La imatge d'un xicotet robot solitari (l'últim del planeta) que realitza metòdicament el seu treball replegant fem va interessar molt al director/coguionista Andrew Stanton des de la primera vegada que va eixir el tema en aquell dinar amb els seus col·legues el 1994. Però van haver de passar molts anys fins que va donar amb una història única que poguera desenvolupar tot el potencial del personatge. Stanton explica: “Em va fascinar la soledat que evocava esta situació i la immediata empatia que provoca el personatge. Hem passat molt de temps intentant aconseguir que els personatges de les nostres pel·lícules siguen atractius i aconseguisquen despertar l'interés del públic. Em vaig dir: què faig amb un personatge com aquest? I no vaig tardar molt a adonar-me que el contrari a la soledat és l'amor, o la companyia. Em vaig sentir irremeiablement atret per la idea d'una màquina enamorada d'una altra màquina. Sobretot amb el teló de fons de l'univers que ja no comprén el sentit de la vida. Em va semblar molt poètic. Em va encantar la idea que la humanitat tinguera una segona oportunitat gràcies a aquest personatge que s'enamora. En realitat sóc un romàntic empedreït disfressat de cínic. Esta pel·lícula em va donar l'oportunitat de satisfer el meu costat romàntic, més del que solc mostrar en públic”.

Jim Reardon, veterà director i supervisor en Los Simpson (va dirigir 35 episodis de la sèrie i va supervisar les històries de quasi 150), es va incorporar al projecte com a director d'història en WALL•E. Va acabar escrivint el guió de la pel·lícula junt amb Stanton. Segons Reardon: “Vam començar amb la idea que WALL•E fóra una comèdia, però a meitat de camí ens vam adonar que la pel·lícula també era una història d'amor. WALL•E és un personatge innocent i infantil que acaba provocant un enorme impacte al món. En realitat, la línia argumental de la pel·lícula tracta sobre EVE. El seu personatge és el que pateix més canvis, i la pel·lícula és sobre ella i sobre ell. Té molt d'estil, és molt techno-sexy i té un aspecte molt futurista. Ell ha sigut dissenyat per a fer el seu treball, i està oxidat, brut i lleig. Però estàvem convençuts que podia ser una gran història d'amor”. El productor Jim Morris ho resumeix molt bé. “Esta pel·lícula és una mescla de gèneres. És una història d'amor, una pel·lícula de ciència-ficció, una comèdia romàntica”. Un dels punts clau per a Stanton a l'hora de crear la història de WALL•E va ser la idea d'utilitzar les imatges musicals i les cançons de la versió cinematogràfica de 1969 de Hello Dolly per a ajudar-li a perfilar la personalitat de WALL•E. De fet, que WALL•E veja una vegada i una altra una vella cinta d'eixa pel·lícula (l'única que té) és el que l’ha portat a tindre eixos sentiments romàntics.

Stanton explica: “He buscat els elements musicals adequats per a la pel·lícula, i trobar Hello Dolly va ser el millor que em va poder passar. La cançó Put on Your Sunday Clothes semblava encaixar perfectament amb els temes que aborda la pel·lícula i, alhora, no era el tipus de música que esperes trobar en una pel·lícula com la nostra. És una cançó molt senzilla i alegre i encaixava a la perfecció amb la pel·lícula. La cançó It Only Takes a Moment es va convertir en una gran ferramenta per a mostrar que WALL•E vol saber el que és l'amor”.

Stanton afegeix: “Em vaig adonar que era genial. En eixe moment musical de la pel·lícula apareixien dues persones agafades de la mà i vaig saber que havíem de fer el mateix. Sempre he cregut ferventment que l'animació ens pot contar tantes històries de formes tan diferents com qualsevol altre gènere, però poques vegades s'ha intentat donar un caire més atrevit a l'animació”.

La coproductora Lindsey Collins observa: “Les pel·lícules d'Andrew tenen una increïble càrrega emocional que són els fonaments sobre els quals es basen els moments d'acció de les aventures. Escriu històries molt senzilles i amb les quals és fàcil identificar-se. Encara que la pel·lícula té gran envergadura quant al concepte i l'escala, com a escriptor, és una cosa molt personal. Li agrada escriure sobre xicotets personatges la trajectòria o les lluites dels quals tenen un gran impacte. WALL•E acaba sent un heroi per atzar. Té l'habilitat d'impactar la humanitat, i el més paradoxal és que és el més semblant a un ésser humà que queda sobre la Terra. En realitat, aquest xicotet robot ensenya a la humanitat com tornar a ser humana. Crec que eixa paradoxa junt amb la sinceritat dels sentiments calaran molt profundament en el públic”.

L'equip d'animació de Pixar va haver d'enfrontar-se a nous reptes, ja que havien de crear un fabulós elenc de robots i humans. Jim Reardon observa: “El que no volíem fer en esta pel·lícula era dibuixar robots que semblaren humans, amb braços, cames, caps i ulls, i que a més parlaren. Volíem utilitzar objectes que normalment no relacionem amb característiques humanes i veure què podíem fer servint-nos del dibuix i l'animació”. Stanton explica: “Volíem que el públic creguera que estava veient com una màquina adquiria vida pròpia. Com més creguen que és una màquina, més els atraurà la història”. Un dels màxims desafiaments a què es van enfrontar els animadors va ser la necessitat comunicar amb claredat sentiments i accions sense recórrer al diàleg tradicional. “Créiem que podíem aconseguir-ho sense necessitat un diàleg convencional, mantenint la coherència del personatge”, comenta Stanton. “En el món real, quan els personatges no poden parlar (un bebé, un animal), la gent tendeix a traspassar-los els seus propis sentiments: ‘Crec que ha dit', ‘li agrade'... Això atrau molt el públic”.

http://www.labutaca.net/films/61/walle.php


LA FITXA

EUA, 2008. 98 minuts

Director: Andrew Stanton. Guió: A. Stanton i Jim Reardon. Música: Thomas Newman. Producció: Jim Morris.


PRÒXIMA PEL·LÍCULA

TIRO EN LA CABEZA / Espanya, 2008

Jaime Rosales


El 2 de desembre del 2007, tres etarres van assassinar dos guàrdies civils després d’una trobada accidental en una cafeteria a la localitat francesa de Capbreton. La pel·lícula reconstrueix la suposada vida quotidiana, durant els dos dies previs a l’assassinat, d’un dels etarres que hi van participar.